viernes, 24 de agosto de 2012

Verdades en crisis

Hoy vengo a desvelar tres verdades. Verdades como que "Estamos en crisis", que "El humo del cigarrillo siempre busca a la persona no fumadora" o que "Los hombres no mentirían tanto si las mujeres preguntaran menos". Verdades para algunos. No tanto para otros. Pero yo, como decía, vengo a desvelar tres verdades que son del todo verdaderas y, lo que es más importante, absolutamente absolutas. 

La primera es, que mi padre siempre ha querido jubilarse a los 56. La segunda es, que mi padre es un artista. Y la tercera es, que el día que tenga que despedirme de Madrid, lo haré con todo el dolor de mi corazón.


Pero voy por partes para no liaros.
Desde que tengo uso de razón, mi padre ha trabajado jornadas interminables, en lugares inverosímiles, durante tiempos indefinidos. A mi padre siempre la ha gustado su trabajo y, precisamente por ello, siempre ha trabajado tanto y lo ha hecho tan bien. Eso es una suerte, ya que no todos estamos destinados a encontrar nuestro camino profesional de forma satisfactoria, pero es una suerte limitada. Creo que mi padre ya se ha cansado. Seguramente le siga gustando su trabajo (a pesar de la dichosa crisis), seguramente sigue haciendo muy bien lo que hace, pero muy seguramente ya se ha cansado de hacerlo. Ya no quiere más. Ya quiere otras cosas. Y está en todo su derecho. Ya ha empezado a emitir las típicas señales; véase: mirada cansada, ojeras en las que no funcionaría un anti-ojeras, expresión estresada que no se desestresa... Pero, sobre todo, la gran resignación que, orgullosamente, muestra su (incipiente) barriga. Eso es así. Por todos es sabido que la resignación, con buena comida y mejor bebida, es menos resignación. O es la misma, pero se pasa mejor.

Creo que no tengo que recordaros que mi padre tiene a su cargo, ni más ni menos que, cuatro desbaratos fruto de aquella mirada desbaratada de la que un día os hice partícipes. Probablemente, una carga demasiado pesada que cuanto más pesa, más aleja la tan ansiada jubilación. Y tú, crisis, amiga mía, pues... No ayudas. El caso es, que este verano mi padre cumplió los 56. Esos 56 que parecía que podrían ser una cosa, pero luego resultan ser otra. Estoy segura que tanto a mí, como a Sonso y a los otros tres desbaratos, nos gustaría poder jubilar a mi padre, y así quisimos hacérselo saber el día que llegaron los ansiados (quizá ya no tanto) 56. Decidimos, para ello, regalarle la pre-matrícula a la Universidad del Jubilado, dónde podría dedicarse a estudiar asignaturas hechas a la medida de sus gustos y necesidades, como "El arte de la pintura" o "El poder de la escritura."

Asignaturas artísticas, porque como os decía al principio, mi padre es un artista. Es un artista que enamoró a su desbaratada mujer con sus poemas, escribió un libro que llegó a ser el más seller de los best y pintó numerosos cuadros que comenzaron decorando las paredes de casa y terminaron sorprendiendo a algún que otro taxista. 

Y en estos días de este caluroso (por no decir sofocante, tórrido, infernal...) verano madrileño, andaba yo pensando lo que me gustaría poder hablar con la crisis y contarle que mi padre no tenía ningún interés en conocerla. Que no se ofenda, que tampoco es que sea sólo culpa suya, pero que desde que apareció, pues sólo se está dedicando a empeorar las cosas; véase: agrandar las ojeras de mi padre, agudizar el estrés en su cara y aumentar el cansancio de su mirada. Por no hablar de que está consiguiendo que "incipiente" sea ya una palabra del pasado (casi ancestral) si hacemos referencia a la barriga de mi padre (sí, ésa que va acumulando toda la resignación). Me gustaría contarle que, en realidad, no la queremos más. Que ya la hemos conocido y que no nos ha caído demasiado bien (tampoco es que se haya esforzado en lo contrario...). Me gustaría pedirle que se fuera. Que deje a mi padre tranquilo, que repito, él no tenía ningún interés en conocerla, y mucho menos, a los 56. 

Él, a los 56, quería una jubilación tranquila, feliz, artística. Quería lo que se merecía. Así que, bonita, mira a ver si te vas por dónde viniste, que como esto siga así ya sabemos lo que va a pasar; las ojeras se seguirán agrandando, el estrés irá aumentando... Pero, lo que más me preocupa, es que esa barriga seguirá creciendo a causa de toda esa resignación acumulada. Y, como consecuencia, mi padre cualquier día de estos explota. Y, como eso ocurra, amiga mía... Ay! Como eso ocurra, yo no te lo voy a perdonar.



"La crisis de hoy es el chiste de mañana."
Herbert G.


P.D: Ah, y lo de la tercera verdad, eso ya no me queda otro remedio que dejarlo para otra ocasión, porque sé que haceros leer 7 párrafos en pleno verano ya es un esfuerzo que, dicho sea de paso, para mí vale más que un potosí.